En nuestras oficinas, en nuestras plantas de producción, trabajamos cada día para “construir” la belleza. Este es el espíritu con el que elegimos los materiales y acabamos cada uno de los componentes de nuestros muebles. Pero no es suficiente.
Las máquinas y los sistemas más sofisticados nunca podrían alcanzar la singularidad y la calidad de Turri si no existiera lo que consideramos el artífice más importante del resultado final: el trabajo manual, con el que nuestros hombres -a menudo verdaderos artistas- saben terminar cada pieza. Sólo así se alcanza el máximo de forma, calidad y prestigio. Sólo así un mueble puede llevar la firma Turri.
Desde 1925, cuando los primeros muebles salieron del taller de Pietro Turri, destacaron inmediatamente por su calidad. Tres palabras, entonces como ahora, resumen la filosofía Turri: original, auténtico, único. Este es el valor que se encuentra en cada uno de nuestros productos: desde el mueble único hasta el mobiliario más completo.